lunes, 17 de agosto de 2009

Ser maestro amigos míos...

Ser maestro amigos míos no es un refugio cuando no supe que estudiar y decidí tener dos meses de vacaciones en verano, navidades y año nuevo. En mis 30 años en el sistema, los que tenían esa idea se fueron antes de los 5 años de experiencia o su corazón se enamoró de la profesión más bella que se pueda ejercer.
Definitivamente es imposible dejar de ser maestro, sin importar el tiempo que hace que nos hayamos retirado. Duele como en carne propia, cada injusticia, en palabra o acción. Este mal llamado Departamento de Educación de Puerto Rico, que malamente cumple como agencia de pago de nóminas, parece más un centro de agricultura horizontal que lo que dice ser. Cada piso es un campo sembrado de batatas, sin compromiso ni amor por nuestros jóvenes. Por si no lo saben yo se los voy a decir con claridad. El sistema educativo de Puerto Rico que está a punto de colapsar aún subsiste, porque los maestros del salón de clases y los padres responsables que aún nos quedan, lo sostienen.
Lo único que se les ocurre para mejorar la educación es ir eliminando nuestros derechos, que con años de lucha nos costó conseguir. Aumentar nuestras horas de trabajo porque los maestros trabajan muy poco y tienen muchas vacaciones. Que poco conocen del trabajo del maestro estos aprendices de administradores. Resulta que quieren dar instrucciones de cómo construir una rueda que realmente dé vuelta. Los quisiera ver en un salón de clases con tres preparaciones y cinco grupos de niños con problemas para atenderte. Un maestro que lleva su “lonchera” porque no tiene tiempo para almorzar, por estar trabajando. Un maestro que es consejero, conserje, enfermero, mediador de conflictos, algunos hasta arriesgan sus vidas cuando sus escuelas están en zonas de alta incidencia criminal. Un maestro que se lleva trabajo a su casa y sigue trabajando hasta altas horas de la noche, que toma cursos en verano y después de salir de su escuela, para prepararse con las nuevas tecnologías que mejoran su desempeño. . Está bien, tenemos un grave problema económico, un déficit presupuestario, que para colmo no ha sido por pagarnos sueldos justos. Ya lo dice el dicho “es más pobre que un maestro de escuela”. Ha sido entre otras cosas por el batatal que los políticos siembran en nuestras agencias públicas, por el robo a los fondos del estado, la pésima administración gubernamental, los pagos “cadillac” en los retiros de políticos inescrupulosos, entre muchas otras cosas. La idea más genial ha sido dejar las batatas bien sembraditas y despedir maestros en verano. Pero que sorpresa, al comienzo de clases no había suficientes maestros para empezar el curso escolar. Hay un grave problema con esas instrucciones para construir una rueda que realmente siga rodando correctamente.
Los maestros tienen que invertir de su propio dinero para tener su salón, alrededores e inclusive los baños en condiciones. Hemos estado haciendo eso por años sin que nadie lo note, hasta que la situación adquiere dimensiones que al maestro le es imposible abarcar. Cuando las escuelas se encuentras bonitas gracias al esfuerzo de los maestros y los padres, hay que ver como se pavonean los políticos de turnos, visitando y haciendo promesas como el loro que repite sin sentido. Pero nadie aparece para resolver los problemas y nuestras escuelas siguen en deterioro.
Ahora los jóvenes con menos inclinación al trabajo no desean ser maestros, quieren ser políticos y empiezan a pasquinar en cuanto tienen la fuerza para cargar todo lo necesario para hacerlo; por supuesto con la bendición de los padres que quieren que tengan un mejor futuro.
Luego dicen que la culpa es de los maestros que no les enseñan valores a los jóvenes. Por eso les digo que ser maestro amigos míos, no es lo que te dicen esos que nunca visitan las escuelas de sus hijos o los que dicen, lo que no hacemos, sin ellos haber hecho lo que les toca. Ser maestro es seguir trabajando a pesar de la metralla, la incomprensión y la mezquindad. El único error que quizás hemos cometido es no habernos tirado en masa a las calles a protestar por tanta injusticia. Aunque no te extrañe que si lo hacemos algún día, entonces dirán que somos irresponsables, por no preocuparnos por tantos niños que se quedan sin sus clases. Ser maestro amigos míos no es tan simple, a pesar de tantas vacaciones y tan pocas horas de trabajo.